Retomar la vía del diálogo

Distrito Nacional, República Dominicana.-. La semana pasada se llevó a cabo la ceremonia diplomática de presentación del nuevo embajador de Haití ante la República Dominicana.

Emmanuel Fritz Longchamp asume la responsabilidad en un momento de gran tensión en las relaciones diplomáticas.

También surgen, de vez en cuando, algunas dificultades en las relaciones comerciales.

Ahora se ha implementado la política de repatriaciones emprendida por las autoridades contra los extranjeros indocumentados, pero la medida afecta principalmente a los haitianos, debido a que constituyen una población muy numerosa.

En el contexto descrito, no cabe duda de que retomar el diálogo entre República Dominicana y Haití es la mejor opción y el camino más prudente.

Fue una imprudencia por parte del ministro de Defensa de Haití, Jean Michel Moïse, denunciar en un simposio de la Organización de Estados Americanos que la República Dominicana está incluida entre los países que han contribuido a los problemas que afectan al pueblo haitiano.

La respuesta del presidente Luis Abinader ante la desafortunada opinión de Moïse fue muy acertada: “Haití tiene que dejar de culpar a otros países de sus problemas y enfrentarlos. Lo que hemos hecho es llamar la atención internacional. ¿No hay problemas de inseguridad en Haití? ¿Es un invento? Yo respondo por República Dominicana y seguiremos tomando las medidas necesarias ante la inseguridad en ese país”, expresó el mandatario.

Lo más acertado sería que el Gobierno haitiano aprovechara la firmeza de las autoridades dominicanas para presionar en el ámbito internacional, de modo que los países miembros de las Naciones Unidas se interesen en acudir en ayuda de Haití, que ya no puede soportar por más tiempo el nivel de inseguridad y hambruna, principalmente debido al caos institucional y a la violencia causada por las bandas armadas.

La acreditación del nuevo embajador, realizada la semana pasada, es el mejor pretexto para que Haití reactive la mesa mixta del diálogo y ambos países puedan avanzar juntos en una estrategia que no solo combata las pandillas, sino que también permita que la ayuda internacional contribuya a mejorar las condiciones sociales y humanas, con el objetivo de fortalecer las instituciones y que el país retome el camino de la democracia.

La acusación de Moïse contra República Dominicana fue poco inteligente. Es muy lamentable que su gobierno no haya emitido una desaprobación pública.

El camino que recorre el pueblo haitiano no solo representa un peligro para su permanencia como nación democrática, sino también para la región, especialmente para la República Dominicana. Sus ciudadanos no tendrán otra opción que emigrar por cualquier medio, en busca de salvaguardar su integridad física, que ahora está amenazada por la violencia desatada por las bandas.

El embajador Longchamp debe comprender que su papel es ser un canal de armonía y diálogo, en lugar de promover escenarios de confrontación. La única manera de lograrlo es a través del diálogo y la unificación de voluntades.

Haití necesita urgentemente la ayuda de la comunidad internacional, sin imposiciones ni recetas extrañas. En primer lugar, requiere la colaboración de Estados Unidos, Canadá, Francia y otros países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para erradicar el control que las pandillas han tomado por la fuerza y el terror, especialmente en Puerto Príncipe. Una vez recuperada la seguridad, Haití merece el respeto de los derechos humanos y de la voluntad de sus ciudadanos, lo cual solo puede lograrse con su retorno a la vida institucional y al modelo democrático.

El salvajismo actual no conduce a nada más que al caos.

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