Desde las granadas hasta las bombas nucleares, Guterres lanza un nuevo plan de desarme

NUEVA YORK, Estados Unidos.- Salvar a la humanidad, salvar vidas, salvar a las futuras generaciones, estas son las tres prioridades del plan de desarme integral presentado este jueves por el Secretario General de las Naciones Unidas, en el que propone desde la reducción de cabezas nucleares hasta la regulación de las armas pequeñas o las basadas en la inteligencia artificial y pasando por la creación de mecanismos para garantizar la rendición de cuentas de quienes utilicen armas químicas o biológicas.

“El desarme concierne a todos los países y todas las armas desde las granadas de mano hasta las bombas de hidrógeno”, ha asegurado este jueves el Secretario General de la ONU al presentar su nueva agenda de desarme.

En 2017, los gobiernos del mundo destinaron 1,7 billones de dólares a gastos militares, lo que representa 227 dólares por cada persona viva en la actualidad. Se trata del mayor gasto armamentista desde la caída del Muro de Berlín.

“La paradoja es que cuando cada país persigue su propia seguridad sin mirar hacia los demás, creamos una inseguridad mundial que nos amenaza a todos”, aseguró Guterres en la Universidad de Ginebra, donde dio a conocer su agenda.

La paradoja es que cuando cada país persigue su propia seguridad sin mirar hacia los demás, creamos una inseguridad mundial que nos amenaza a todos.

El gasto militar representa ochenta veces más que la ayuda humanitaria, mientras los esfuerzos por acabar con la pobreza, avanzar en educación y salud, luchar contra el cambio climático y proteger el planeta carecen de recursos.

“Algunos caracterizan las diferencias como una elección entre la seguridad y lo humanitario. Esta dicotomía es falsa”, dijo el titular de la ONU. “La seguridad humana, la nacional y la mundial son indivisibles. Cuando la gente teme por sus vidas, sus comunidades, las sociedades y los países están en un creciente riesgo. Cuando la gente se siente segura, también lo están los países y nuestro mundo”.

Un mundo multipolar, una nueva naturaleza de la guerra

La carrera armamentista actual se da en un mundo multipolar, donde las relaciones internacionales son más complicadas e impredecibles que en la Guerra Fría, cuando las dos superpotencias contaban con mecanismos de contacto y diálogo que ayudaban a difuminar las tensiones y garantizar que un simple incidente no se convirtiese en una conflagración mayor.

Al mismo tiempo, la naturaleza de la guerra ha cambiado: los conflictos se han hecho más frecuentes, duraderos y devastadores para los civiles. Las guerras civiles están interconectadas con rivalidades regionales e internacionales y los grupos que las mantienen requieren un amplio arsenal.

En este contexto, el Secretario General de la ONU ha lanzado su nueva agenda de desarme, que tiene tres prioridades: salvar a la humanidad, salvar vidas y salvar a las futuras generaciones.

Salvar a la humanidad

Esta prioridad está dedicada a la reducción de armas de destrucción masiva: nucleares, químicas y biológicas.

A principios de 2016, los Estados con capacidad nuclear poseían casi 15.400 ojivas nucleares, de las cuales 4100 estaban en posición y listas para usarse en apenas unos minutos; cualquier error mecánico, electrónico o humano puede llevar a una catástrofe o borrar ciudades enteras del mapa.

La eliminación de las armas nucleares está en el ADN de las Naciones Unidas. De hecho, fue el asunto de la primera resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1946”, recordó Guterres, quien advirtió que, sin embargo, “el mundo camina hacia atrás”.

La eliminación de las armas nucleares está en el ADN de las Naciones Unidas.

Durante la Guerra Fría hubo negociaciones para la reducción de arsenales, la prohibición de los ensayos nucleares y el desmantelamiento de misiles. Ahora, “no hay negociaciones bilaterales entre Rusia y los Estados Unidos […] Los Gobiernos continúan dedicando recursos para actualizar los antiguos sistemas, desarrollando nuevas y entrando en lo que se ve como una nueva carrera armamentista, basada en la calidad más que en la cantidad”.

Para abordar el problema nuclear, Guterres pidió a todos los Gobiernos que mantengan su adhesión al Tratado de No Proliferación y que también lo hagan quienes no lo han firmado todavía, y pidió que los Estados con armas nucleares “empiecen a cumplir sus obligaciones, con acciones concretas y un calendario”. Recordó que el cumplimiento de ese calendario “se debe desde hace décadas”.

También hizo un llamamiento a Estados Unidos y Rusia para que resuelvan sus disputas y extiendan el tratado START sobre armas estratégicas, que expirará en tres años, así como para que den pasos concretos para reducir sus arsenales nucleares.

Además, solicitó la adhesión al Tratado para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares y aseguró que trabajará con los Estados para facilitar el diálogo entre gobiernos y alcanzar “el objetivo universal de un mundo libre de armas atómicas”.

El uso de armas químicas data de la antigüedad, pero el uso moderno de dichas armas comienza con la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, las armas químicas han provocado más de un millón de víctimas en todo el mundo.

El Secretario General comentó que, desde 2014, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas ha examinado 83 incidentes en los que supuestamente se utilizaron este tipo de instrumentos.

Armas químicas, fracaso del Consejo de Seguridad

“Su uso de forma amplia puede constituir un crimen contra la humanidad”, dijo Guterres, quien añadió que sin embargo “el Consejo de Seguridad ha fracasado en su responsabilidad de garantizar la rendición de cuentas por estos ataques”.

Para restablecer el respeto al tratado que prohíbe las armas químicas, Guterres ha propuesto la creación de un mecanismo que sea capaz no sólo de investigar su uso, sino de establecer quiénes las han utilizado: “No podemos permitir que continúe la impunidad en Siria o cualquier otro lugar”.

También propuso la creación de otro mecanismo parecido para la investigación de las armas biológicas.

Desarme para salvar vidas

Esta prioridad está dedicada a la reducción de las armas convencionales: misiles, obuses, minas, bombas de racimo, explosivos improvisados, armas pequeñas… Su amplia disponibilidad “contribuye a una violencia armada que está causando el caso en muchas partes del mundo”.

Cada año, la violencia armada mata a cerca de 535.000 personas. A finales de 2016, más de 65 millones de personas habían sido desarraigadas por la guerra, la violencia y la persecución. Cuando se usan explosivos en áreas urbanas, el 90 % de las víctimas son civiles. Estas armas también tienen un efecto devastador en hospitales, escuelas e infraestructuras como el agua y la electricidad.

 

Guterres recordó que, en 2014, entró en vigor el Tratado sobre el Comercio de Armas, que regula su venta teniendo en cuenta razones humanitarias.

Pese a ese logro, los civiles se continúan llevando la peor parte en los conflictos.

Para mitigar este sufrimiento, el titular de la ONU dijo que trabajará con los Estados para “desarrollar limitaciones apropiadas, crear normas comunes y políticas operacionales sobre el uso de estas armas en áreas residenciales”.

Un motivo de especial preocupación son las armas pequeñas. Las Naciones Unidas han tratado de hacer frente a su amplia disponibilidad desde muchos ángulos: paz y seguridad, igualdad de género, desarrollo sostenible, delincuencia transnacional, lucha contra el terrorismo y acción humanitaria. Los cascos azules a menudo trabajan en programas de desarme en todo el mundo.

 

Con el objetivo de reforzar ese trabajo, Guterres lanzará una iniciativa para combatir la circulación ilícita y el comercio de armas pequeñas a nivel nacional e internacional.

Desarme para salvar a las futuras generaciones

Esta prioridad está dedicada a la regulación de las nuevas armas tecnológicas.

“Las tecnologías que incluyen macro datos y análisis, inteligencia artificial y automatización, deberían ayudarnos a combatir y mitigar el impacto del cambio climático, proteger nuestro medioambiente y crear las condiciones para el crecimiento y el desarrollo que beneficien a todos”.

Sin embargo, muchas de esas tecnologías se aplican a la creación de  armas peligrosas cuya aplicación repugna. Pueden abrir nuevos campos de batalla, como el ciberespacio, o empezar nuevas carreras armamentísticas la edición genética para nuevos tipos de guerra biológica.

Algunos desarrollos científicos podrían desafiar las normas legales, humanitarias y éticas. La perspectiva de armas autónomas, por ejemplo, ya ha generado una considerable ansiedad pública. Algunas armas, como los drones, podrían desafiar el largoentendimiento que ha habido en esta materia del derecho internacional.

Aunque existe el consenso de que la ley internacional se aplica al ciberespacio, hay una falta de acuerdo sobre cuál es la ley internacional que se aplica y cómo los Estados pueden responder a acciones hostiles dentro de la ley.

En este sentido, Guterres dijo que trabajará con los Estados “para preparar nuevas medidas que incluyan acuerdos legalmente vinculantes para asegurar que los seres humanos están detrás del control del uso de la fuerza en todo momento”.

El desarme previene y acaba con la violencia y apoya el desarrollo sostenible.

El Secretario General cerró la presentación de su nuevo plan de desarme señalando que, tras siete décadas desde la creación de las Naciones Unidas, “el mundo permanece tan peligroso como lo ha sido siempre” y destacó las ventajas que la nueva agenda ofrece: “el desarme previene y acaba con la violencia y apoya el desarrollo sostenible”.

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