La fascinante poltrona

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- El costo económico de la rebatiña política dentro del partido gobernante es real. Probablemente resulte difícil su cuantificación, pero es palpable. Y los empresarios que han  abordado el tema, como Celso Juan Marranzini, presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), no hablan por suposición. Captan las señales del mercado. 

Yo que soy un simple agente económico con operaciones profesionales de la esfera mipyme recibí el impacto de un costo financiero inesparado, en apenas una semana, que me generó aturdimiento en el presupuesto cuando cerraba un crédito en moneda extranjera y la referencia cambiaria dejó de ser la misma en un plazo corto. 

Mi realidad, que es apenas una partícula en el entramado económico, podría estar multiplicándose a gran escala porque, no hay dudas, que si avistamos una tormenta con poder destructivo por instinto de conservación tratamos de resguardarnos y esto implica postergar decisiones hasta que el panorama esté claro. 

Creo que casi todos nuestros políticos -para no generalizar- carecen de conciencia sobre el impacto de sus acciones en la parte sicológica de la economía. Desde el submundo en que viven pesa más su ego que cualquier cosa y la agenda personal convierte en secundarios los intereses del país, aunque -eso sí- como buenos actores se las arreglan para colocar ribetes institucionales a sus apetencias. 

A mi no me conmueve el discurso apocalíptico de que la democracia está en riesgo. Tampoco la suposición de que el Congreso será una casa tomada y que, cual muro de Jericó, manifestantes políticos estarán rondándolo, reclamando respeto a la Constitución hasta que colapsen sus cimientos físicos y se desplome. Pura patraña. 

Dos polos de un mismo partido han querido instalar la narrativa -enmarcada en un lenguaje no verbal épico (guardias, armas largas, espionaje, carros militares, actividades de masa, arengas, simulacros de inmolación), de que el país solo cuenta con dos salidas: Danilo o Leonel. A partir de ahí desarrollan una ruidosa “contienda”  en la nadie ha sufrido un pellizco, pese a la teatralidad de algunos refugiándose en cuidados intensivos.  

Entrampado, el rebaño asume que esa es la insoslayable realidad y la repite hasta convertirla en verdad irrefutable. Gente muy ansiosa (por un lado, quienes padecen el riesgo vital que representa su evacuación del poder y por otro, aquellos que sueñan con salir del ostracismo para recuperar sus antiguos privilegios). 

Esa es la génesis de la inquietante tensión política que puede enervar la economía, paralizar la inversión, postergar el cierre de contratos, aplazar decisiones de compra y de consumo e influir en la confianza de los ciudadanos sobre el futuro cercano. La razonabilidad manda a que los líderes del PLD se sienten y busquen una rápida salida a su conflicto, que no es interno, pues afecta al país.  

Ellos saben que tienen salida. Están conscientes que hay tercera vía, pero falta humildad para reconocerlo y determinación para vencer el miedo a salir y el miedo a quedarse fuera. Danilo y Leonel pueden ser dos grandes referentes, consejeros, fuentes de consulta, rectores. ¿Hay que ser presidente para no estar en retiro en política? ¿Sólo se sirve al país desde la silla de alfileres, desde la poltrona del Palacio Nacional? Por Dios. Bájenle algo.

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