EDITORIAL: Exigir respeto de Haití

SANTO DOMINGO.-  El Gobierno de Haití ha anunciado que refuerza las medidas de seguridad en los diferentes consulados de República Dominicana para que retorne el personal acreditado, que fue retirado por las recientes agresiones por parte de grupos haitianos que protestaron por alegado racismo.

plumaSin embargo, no basta que las autoridades haitianas ahora decidan proteger las sedes diplomáticas en medio de la situación conflictiva que han deteriorado las relaciones entre los dos países.

Sencillamente, el Gobierno de República Dominicana y el pueblo deben exigir un mayor respeto ante las denuncias de que en el país se cometen abusos y excesos contra los haitianos que residen en el territorio nacional, en su mayoría en la total ilegalidad. Esto, es una vulgar mentira.

Las autoridades deben deplorar también el pronunciamiento del presidente de Haití, Michel Martelly, mediante el cual pide detener posibles maltratos contra los ciudadanos de su país, cuando es de harto conocimiento que en República Dominicana se ha sido excesivamente solidario con el pueblo haitiano, al extremo de que el presidente Leonel Fernández invirtió 50 millones de dólares para la construcción de una universidad cuando esa nación sufrió el terremoto de 2010.

Son inaceptables las denuncias de alegado racismo en el país contra los haitianos. La República Dominicana ha cargado con el peso grande de la masiva migración de esos ciudadanos que han tenido que escapar de la miseria que azota a Haití, teniendo como único destino cruzar la frontera y refugiarse en el territorio dominicano.

Además del reforzamiento de la seguridad en los consulados con miembros de la Policía de Haití y soldados de la Misión de las Naciones Unidas en Haití, los dominicanos merecemos una disculpa pública del Gobierno haitiano, ante el acoso permanente en el plano internacional con falsas acusaciones y falsedades.

Muchos sectores plantean que el Gobierno de República Dominicana redoble la presión ante Haití para exigir ese respeto, inclusive –que no se descarta- romper las relaciones diplomáticas de manera definitiva.

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