La frontera despoblada/Autor: Franklin Puello

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En los últimos días ha salido a relucir que la provincia Montecristi ha sido poblada por haitianos indocumentados. Sencillamente, solo tienen que cruzar de su país hacia el lado dominicano sin ninguna dificultad.

¿Qué ocurre? Esos haitianos vienen al lado de República Dominicana huyendo de la miseria que padecen en su país.

Igual situación ocurre con los dominicanos que nacieron en la frontera. Tienen que emigran en busca de mejores oportunidades para subsistir, como también lo hacen los indocumentados haitianos.

plumaEn todo el litoral se viven en total pobreza, sin servicios básicos. Mucha gente ha venido que abandonar sus pertenencias y ubicarse en zonas de mayor prosperididad.

Por esta situación provincias como Pedernales, Dajabón y Montecristi, por solo citar algunos casos, sus habitantes marchan para estudiar y buscar fuentes de trabajo que les garantice junto a sus familiares un mejor estilo de vida.

En el pasado fue aplicada una ley de incentivos fronterizos, que busca precisamente que empresas se instalaran en esos lugares y así sus ciudadanos no tengan pretexto para emigrar.

Esta iniciativa tiene un lado positivo, que no es otro que sus habitantes puedan trabajar dignamente y ganarse el sustento familiar.

Pero la situación se ha agravado y los “fronterizos” no tienen  otra opción que marchar hacia ciudades más prósperas.

¿Qué hacer? El problema es grave y provocaría la desnaturalización de esas zonas de la fronteriza. Los haitianos podrían crear “pequeñas colonias”, acumulando derechos por la costumbre y la negligencia de nuestras autoridades.

¿Qué hacer? Pues el Estado tiene que diseñar y aplicar una política que incentive el retorno de los ciudadanos hacia sus pueblos de origen con incentivos y oportunidades de sobrevivir con la mayor dignidad.

En Estados Unidos se aplica una política correcta para que nadie se sienta motivado a hacer sus pueblos fronterizos.

En el país, entonces, deben establecerse reglas económicas y sociales que hagan posible que las personas sientan heridos sus orgullos y decidan volver para dedicarse a las actividades productivas y de fomento de otras áreas, como nuevamente instalar parques de zonas francas u otras empresas propias de esos lugares.

No se puede permitir que la gente deje sus pueblos en la frontera y que estos lugares sigan ocupados por haitianos indocumentados. La preocupación es válida y los resultados podrían ser peligrosos en un futuro no muy lejano.

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