Repensar el rumbo

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- La desconfianza constituye el principal enemigo que tiene la clase política en América Latina.

Esa razón explica la creencia de los latinoamericanos sobre la vinculación de los políticos con la corrupción.

Es evidente que la tendencia actual obliga a los políticos a repensar sobre el futuro de la democracia y el sistema institucional en América Latina, partiendo de los más recientes escándalos de corrupción y de falta de credibilidad.

Los datos son elocuentes.

Un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas desnuda la realidad por la cual los habitantes exploran con nuevas figuras para motorizar los cambios en muchos países.

El caso de Evo Morales en Bolivia, de Rafael Correa en Ecuador y de Hugo Chávez en Venezuela son los mejores ejemplos de la desconfianza que tienen los ciudadanos de muchas naciones.

En la publicación “Perspectivas Económicas de América Latina 2018: Repensando las instituciones para el Desarrollo”, las Naciones Unidas precisa que cerca del 77 por ciento no cree en la honestidad de los procesos electorales, un 85 por ciento piensa que la corrupción es un fenómeno generalizado y alrededor del 66 por ciento duda del sistema judicial.

Estos datos desnudan una realidad que parece distintiva en muchos países. Las debilidades institucionales parecen minar la credibilidad en el sistema democrático y en todo el aparato judicial.

De ahí la inestabilidad en la alternabilidad política y en las insatisfacciones en las vitales necesidades de los ciudadanos.

La desconfianza se refleja, de acuerdo al propio estudio de las Naciones Unidas, en un rompimiento de los lazos entre las sociedades y las autoridades públicas, cuando realmente se necesitan de instituciones eficaces y abiertas para el desarrollo de toda América Latina.

Estas instituciones públicas más sólidas deberán estar comprometidas a resolver las dificultades acumuladas en los servicios de salud y de educación, que representan otros de los atrasos en América Latina.

En este estudio de las Naciones Unidas también participaron el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas y el Banco de Desarrollo de América Latina, en colaboración con la Comisión Europea, y sus resultados obligan a la reflexión de todo el liderazgo político.

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