La paranoia financiera del PRM

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.-.

En varias ocasiones, al ser cuestionados sobre la política de endeudamiento externo del actual gobierno del PRM, sus voceros más calificados tendían a responder argumentando que lo importante no era la deuda en sí misma, sino qué se hacía con los recursos provenientes de esa deuda.

Cualquiera supondría que esos recursos se utilizarían para construir acueductos, escuelas, hospitales o en cualquiera otra obra o proyecto de infraestructura que sirviera de base al desarrollo nacional.

Ahora, sin embargo, descubrimos, alarmados, que buena parte de esos recursos se depositan en el Banco Central y en el Banco de Reservas.

A finales de mayo de este año, 2023, los depósitos del gobierno central y del resto del sector público no financiero en ambos bancos ascendían a 378 mil millones de pesos.

¿Cómo pudo haber ocurrido eso? ¿Por qué razón esos recursos tomados en préstamos no fueron invertidos en proyectos de desarrollo y bienestar y, por el contrario, terminaron convertidos en altas sumas de depósitos en dos bancos del Estado?

A decir verdad, la razón se debe a que se produjo una estimación equivocada de los ingresos y gastos previstos en los presupuestos, tanto originales como complementarios, de los años del 2020 al 2023, esto es, los correspondientes a la actual gestión de gobierno.

Se estimaron déficits gigantescos; y como consecuencia, funcionarios del sector financiero salieron despavoridos a endeudarse, aquí y en el exterior, colocando bonos como nunca había ocurrido en la historia de la República.

Al contemplar la caja de la Tesorería Nacional repleta de liquidez, no tuvieron más alternativa que dejar parte de los ingresos de la venta de los bonos soberanos en el Banco Central y depositar la mayor parte de esos recursos en el Banco de Reserva.

Por los bonos emitidos por el gobierno en el país y en el exterior, el Estado dominicano debe pagar intereses, que en los últimos tiempos, debido a las políticas monetarias restrictivas de los bancos centrales, a nivel mundial, se han incrementado en forma onerosa.

Estado financiero-especulativo

Debido a la desatinada planificación presupuestaria, el verdadero cambio que este gobierno ha realizado ha sido el transformar un Estado, caracterizado por invertir en obras e infraestructura física, para aumentar nuestra competitividad y mejorar el bienestar de la población, en otro Estado convertido en el principal inversionista financiero de la nación.

¿Cómo ocurre eso? 

Simple. Sobre los bonos que el gobierno emite aquí y en el extranjero, pagamos intereses. Luego, el gobierno, al recibir los recursos de los bonos, le solicita al Banco de Reservas que los reciba en calidad de depósito y le pague por ello un interés por los mismos.

El Banco de Reservas, a su vez, se presenta con los pesos depositados por el gobierno al Banco Central, con lo cual compra títulos de deuda que emite dicho banco. Por esos títulos, el Banco de Reservas recibe tasas de interés mucho más elevadas que las que este le paga a la Tesorería Nacional.

Ahora bien, debido a que esos intereses que paga el Banco Central no alcanzan para pagar los que se derivan de los bonos originales emitidos por el gobierno aquí y en el exterior, el cambio de Estado constructor de infraestructura, por el de Estado inversionista, financiero especulativo, le genera pérdidas al país.

Pero lo más grave no es eso. Lo más grave es que en lugar de utilizar esos recursos que el gobierno tiene depositados en el Banco de Reservas y en el Banco Central, el actual gobierno prefiere continuar colocando nuevos bonos internos y externos, con lo cual la deuda externa continúa creciendo de manera innecesaria, absurda e injustificada.

Resulta inconcebible que el gobierno del PRM continue autorizando nuevos préstamos cuando tiene depositado 378 mil millones de pesos en los bancos del Estado.

¿Podría el actual gobierno del PRM explicar cuánto del aumento de las utilidades que recibe del Banco de Reservas se ha debido a los ingresos extraordinarios recibidos por pagos de intereses sobre títulos de deuda o certificados de inversión del Banco Central?

¿Cómo explicar que, habiendo tal nivel de liquidez, los contratistas del Estado están con el grito al cielo, desesperados, porque el gobierno les paga las cubicaciones a cuentagotas o con atrasos considerables?

¿Cómo es posible que, habiendo tanto dinero del gobierno depositado en bancos del Estado, funcionarios del área económica y el propio poder ejecutivo sostengan que en estos momentos “no hay un chele”, para cumplir con sus obligaciones financieras?

Paranoia financiera

La verdad es que no se entiende. No hay manera de comprender la lógica de las actuaciones del actual gobierno. Si inicialmente se equivocaron en las estimaciones de déficits para endeudarse, ya es tiempo de frenar nuevos empréstitos, debido a que disponen de casi 400 mil millones de pesos que se encuentran congelados entre el Banco de Reservas y el Banco Central.

La paranoia financiera ejecutada por el actual gobierno arroja luz para comprender por qué la deuda pública ha aumentado en cerca de 26 mil millones de dólares durante los últimos tres años.

Para que se tenga una idea de lo que esto significa, basta señalar que entre 1844 y agosto del 2012, cuando culminó mi tercera gestión de gobierno, la deuda pública del país aumentó en 25 mil millones de dólares. En otras palabras, a la República Dominicana le tomó 168 años generar un aumento de la deuda pública que el gobierno del PRM ha logrado superar en tan solo tres años de gobierno.

Podría afirmarse que nunca antes en la historia dominicana, un gobierno se había endeudado tanto en tan poco tiempo.

Si a eso se le añade que el actual gobierno, en el pasado mes de junio, de los recursos liberados por el Banco Central, solicitó y obtuvo del sector financiero adelantos en el pago de impuestos por 25 mil millones de pesos, precisamente en los momentos en que la caja de la Tesorería Nacional tiene la mayor cantidad de recursos acumulada de toda la historia nacional, desde que se fundó la República, solo habría una última pregunta que formular: ¿Es que definitivamente hemos perdido el juicio?

No caben dudas. Una paranoia financiera corroe a la actual gestión del PRM.

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