Gracias, doctor Molina Morillo

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Este jueves 2 de abril se cumplen tres años del sentido fallecimiento del doctor Rafael Molina Morillo, entonces director del periódico EL DÍA.

Ese día de 2017 era domingo. Me encontraba junto a mi familia en el colegio de mi hija menorr Ámbar Irene en un encuentro familiar. Pasadas las diez de la mañana recibí una llamada del colega Pedro Julio Sánchez con la funesta noticia. “El doctor acaba de morir”, escuché decir a Pedro Julio del otro lado del teléfono.

En principio me sentí perturbado. Ese día mi hija iba a tener una presentación grupal en su colegio, pero de inmediato notifiqué a mi esposa Ana del terrible suceso y tuve que presentar la debida excusa a mi pequeño tesoro para ausentarme de la actividad.

Fue un momento de perturbación. El doctor Molina Morillo fue, es y será un referente en el ejercicio del periodismo. Y en mi vida una marca de decencia, pureza y valor ético sin ningún cuestionamiento mediático ni posterior.

Rafael Molina Morillo

Sin tener el crédito de su parte siempre me sentí con el mérito de haber sido un discípulo agregado por el motivo de su distinción y consideración, por sus permanentes consejeros y su deseo de transmitirme su sabiduría.

Le agradezco, aun después de sus tres años de muerte, que siempre acudía a mi pequeña oficina que ocupo como Jefe de Edición del diario. Se sentaba sigiloso en una de las butacas. Por pocos minutos permanecía callado, luego preguntaba por mi familia y la salud de mi esposa.

Posteriormente, mi Querido Doctor me requería sobre algún acontecimiento del día o sobre el desenvolvimiento del periódico. Siempre fui cauto en mis enfoques en las conversaciones. Era, como director y periodista de larga data en el ejercicio, defensor de sus ideas y sus posiciones, pero también respetaba las ajenas y permitía que cada quien expusiera sus criterios. Uno de sus grandes privilegios como ejecutivo y ser humano.

Recordaré el 2 de abril por la muerte del doctor Molina Morillo, el 24 de abril por la partida de mi progenitor y el 7 de mayo por el fallecimiento de mi madre. Agradezco a mis padres haberme inculcado los valores de familia que rigen mi vida en la cotidianidad y que transmito a mis tres hijos, y creo que hasta el momento lo hago con rotundo éxito.

A mi querido Doctor le agradezco los principios éticos que me transmitió para el ejercicio de la carrera y por el hecho de enseñarme la prudencia en el manejo noticioso. “Publiquemos lo más importante”, siempre me decía cuando el periódico tenía poco espacio por la gran cantidad de anuncios.

Fue un hombre equilibrado y prudente en los enfoques de las informaciones que fueron publicadas bajo su responsabilidad como director del matutino gratuito. Fue un sabio como ser humano y un padre espiritual para todo el personal.

Recuerdo que el domingo Día del Padre de 2016 retornó al periódico a las cuatro y media de la tarde después de un almuerzo con su familia y, al sentarse en su butaca preferida de mi pequeña oficina, me hizo referencia que sus hijos no querían que volviera a trabajar en ese día.

Mi reacción fue que pudo quedarse a disfrutar ese emotivo momento con su familia. Sin embargo, me dijo que cumplía con sus funciones por su responsabilidad paternal. Me preguntó, que tú piensas si me quedo en mi casa y que tu piensas si yo me muero? (Me hizo confesiones impublicables).

Al paso de los tres años de la sentida partida del doctor Molina Morillo, sus preocupaciones de ese entonces parecen tener explicaciones y  más entendimiento.

Descanse en paz, mi querido Doctor.

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