El irrespeto a la autoridad

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Poco a poco, y prácticamente sin nadie darse cuenta, la ciudadanía se incorpora a la normalidad cuando existen riesgos válidos en torno a la pandemia del coronavirus que ya ha dejado 388 fallecidos y más de 9,882 contagiados.

Sin el Gobierno levantar la cuarentena para  obligar a un distancamiento social, los dominicanos han optado por integrarse a la productividad, hasta de manera clandestina.

En muchas vías públicas es normal observar la movilidad de cientos de conductores de vehículos privados y públicos, incluye hasta a pesar de que el Gobierno insiste cada día en ratificar el llamado a pertenecer en los hogares como principal medida preventiva para evitar la propagación del Covid-19.

Este sábado el Ministerio Público hizo el reporte de 506 nuevos ciudadanos que sufren del contagio de la enfermedad en las últimas 24 horas, siendo la cantidad más alta desde que el Gobierno activó la emergencia colectiva.

Es inexplicable cómo por una excusa particular hay dominicanos que se exponen a sufrir los síntomas del coronavirus, poniendo en peligro a sus familiares y también la salud de todo el país, ya que no acatar las recomendaciones a quedarse en casa es lo mismo que un atentado a la seguridad nacional.

No basta con lamentar los fallecidos que reporta cada día el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, por ser sufrimientos ajenos a su nuestro entorno. No podemos esperar que los estragos del Covid-19 lleguen a nuestras puertas para asumir la conciencia de la peligrosidad de la enfermedad.

No es justo ni explicable que sectores presionen al Gobierno para una apertura gradual de la actividad comercial y productiva, a sabiendas de que otros países, como el caso de Francia que ha extendido el confinamiento hasta julio venidero, han optado para asumir el sacrificio económico que conlleve garantizar la salud de los ciudadanos, aunque posteriormente hayan consecuencias futuras que deberán ser enfrentadas.

Lo urgente y más atinado ahora es que los países preserven la salud de sus ciudadanos y después vendrán los análisis de los daños materiales que habrá de dejar la pandemia.

Hay, sin dudas, un irrespeto a la autoridad en el país, que implica desoír la permanencia de la cuarentena y el distanciamiento social, muchas veces con argumentos que develan una patente miseria humana, que raya también en una falta de conciencia y de ciudadanía.

Los hechos futuros pondrán sobre el tapete si el Gobierno tiene la razón para obligar a muchos dominicanos al confinamiento obligatorio o aquellos malos dominicanos que han optado por ambular por las vías y las calles cuando aún el peligro de la pandemia acecha con sus consecuencias de un mayor aumento de fallecimientos y de contagiados.

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