Democracias más inclusivas

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.-.

Al leer detenidamente los instrumentos regionales que analizan el comportamiento de la democracia en América Latina, hay que sentirse preocupados y movidos a la acción, ante el deterioro de la democracia en casi todos los países del subcontinente, incluyendo a la República Dominicana.

El Latinobarómetro, por ejemplo, confirma tendencias preocupantes en torno a la democracia, sobre todo, la desafección de los ciudadanos hacia las instituciones que sustentan el sistema político y electoral que garantiza la democracia y, además, la facilidad con la que muchos ciudadanos se sienten identificados con modelos populistas y hasta autoritarios.

El apoyo a la democracia va disminuyendo década tras década y no deja de ser el resultado de un modelo de crecimiento económico que deja a muchas personas fuera de sus bondades, de actores e instituciones de la política que han erosionado la confianza de los ciudadanos y la decepción que genera la dilación en observar cambios reales y soluciones palpables a los problemas de los pueblos.

 

Los líderes de estos tiempos enfrentan el reto de combatir la percepción -que a veces es realidad- de que “se gobierna para los intereses de unos pocos” o que “no hay justicia en la distribución de ingresos”.

También es una dura prueba para los gobiernos la fuerte desigualdad que se observa en sectores como la educación, la salud y el acceso a oportunidades.

El “malestar en la democracia” es el resultado del cúmulo de incapacidades que la sociedad observa en la gestión de lo público, además de lo difícil que se hace obtener respuestas a las demandas de las sociedades, demostrando que la política es capaz de responder al día a día de los ciudadanos de forma eficiente.

Muchas personas que viven en las democracias de la región no están satisfechas con la respuesta de sus gobernantes y el ritmo de atención a sus expectativas y aspiraciones.

La crisis de las expectativas ha estado gestándose por muchos años, y puede implosionar en cualquier momento, generando una ola de autoritarismo en la región que debemos evitar a toda costa, porque no sabemos cómo puede comenzar, pero si sabemos cómo termina.

Hay que poner atención a lo que sucede a nuestro alrededor, porque las críticas de los ciudadanos a la democracia nunca serán un problema, el problema vendrá cuando dejen de preocuparse por la democracia y prefieran adoptar otro modelo que les cambie espejitos por oro.

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