DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.-. En un mundo donde los jefes suelen brillar por el ruido, el general Pascual Cruz Méndez ha escogido el silencio. Su estilo no es de poses ni discursos, sino de resultados. Y —aunque muchos no lo saben— detrás de su bajo perfil se esconde uno de los técnicos más formados y apasionados en materia de tránsito de todo el país.
Voy a hablar del titular de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT). Y —para que no haya dudas— me adelanto a decir algo: quienes me conocen saben que, por mi naturaleza, no acostumbro a las lisonjas.
Sin embargo, trabajé con el general Pascual Cruz Méndez —y me preocupa que muchos no sepan quién es en realidad— Cuando el presidente Luis Abinader lo designó en DIGESETT, la biografía que se difundió apenas destacó su condición de buen policía, pero dejó de lado su larga trayectoria en materia de tránsito.
El general Méndez no es un improvisado. Inició su carrera en el Ejército, luego pasó a la Policía y se ha formado con rigor. No tiene malicia ni dobleces. Con él no aplica la vieja frase entre guardias y policías: “¡Allante y movimiento!”; lo suyo es trabajo serio y constante. Lo vi estudiar Arquitectura cuando yo apenas comenzaba la carrera de Derecho. Esa capacidad de superación lo ha acompañado siempre.
Toda su vida ha estado vinculada al tránsito. Es la tercera ocasión en que ocupa una posición de dirección en DIGESETT. Y no se puede olvidar que el actual jefe de la Policía, Guzmán Peralta, tuvo un gran desempeño en esa institución gracias —en buena parte— al trabajo operativo de Méndez.
Conozco bien este terreno y me atrevo a decirlo: junto a Alexandra Cedeño del INTRANT, el general Méndez es de los mejores técnicos en tránsito que tiene la República Dominicana. Ambos poseen vocación y pasión. Con el uso de diferentes tipos de tecnologías, analizan y estudian el comportamiento del tránsito a diario, con tanta entrega que pareciera que trabajan no 24, sino 25 horas al día.
Hay, eso sí, una diferencia: Alexandra es más conversadora con la prensa, mientras que el general prefiere el bajo perfil. Los periodistas lo respetan, le tienen consideración, aunque él no es dado a ofrecer declaraciones. Recuerdo que durante los trabajos en el puente Juan Bosch, Alexandra lo animó, lo puso a hablar ante las cámaras. Me sorprendió verlo en los noticieros: habló con fluidez y propiedad. Ella —entre risas— me confesó que lo hacía para que él perdiera el miedo, porque realmente sabe expresarse.
Con su designación en DIGESETT, decimos la frase: “¡En buenas manos está el pandero!”. Eso sí, ningún director puede hacerlo solo: tiene que apoyarse en su equipo técnico y en la coordinación permanente con el INTRANT —allí también hay profesionales de gran nivel, comparables con los de cualquier país latinoamericano—
Pero hay un gran reto. Ni DIGESETT ni el INTRANT pueden enfrentar solos un parque vehicular que crece sin parar. Y el país tiene las mismas calles, los mismos puentes, los mismos parqueos. Para que el talento de sus técnicos rinda frutos, el Gobierno debe garantizar recursos económicos, logística y equipos; de lo contrario, por más capacidad que haya, el esfuerzo se queda corto.
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