Vernos en el panorama de Perú

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- América Latina vive un panorama desolador en materia de institucionalidad.

La cimiente de la democracia es seriamente amenazada por problemas encadenados  y heredados por la clase política dominante.

Sin embargo, la corrupción constituye el germen que ha arrastrado a los mandatarios y políticos que se resisten a manejarse bajo el velo de la transparencia y el respeto del orden establecido.

El caso de hipercorrupción en Perú viene a ser una prueba más del cuestionamiento que persiste contra el liderazgo en América Latina.

Solo hay que mencionar que los expresidentes Alejandro Toledo, Alain García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kucznski han sido salpicados o contaminados por la corrupción que matiza la cotidianidad en esa nación.

Pedro Pablo Kuczynski tuvo que renunciar a la Presidencia de Perú.

Pero girando la vista a otras naciones se puede observar que existe el mismo peligro que pudiera diezmar la institucionalidad y la democracia.

Brasil representa otro vivo ejemplo de la fragilidad en que se encuentra el sistema democrático. Venezuela es el caso más palpable que tenemos los dominicanos por nuestras relaciones históricas. El régimen de Nicolás Maduro es cuestionado acremente por supuestas violaciones a derechos fundamentales.

Es que los escándalos continentales de corrupción admitidos por Odebrecht han venido a desnudar un germen que yacía en la clase política de América Latina: la corrupción. Sin embargo, lo saludable viene a hacer que la magnitud del dolo ha sido tan descomunal que el aparato de Justicia –también cuestionado en América Latina- se ha visto obligado a actuar con la firmeza que las circunstancias han exigido.

República Dominicana no escapa a esta debilidad institucional. Los mecanismos legales y amparados en la Constitución deben ser fortalecidos y todo el aparato judicial maniobrar al margen de las directrices partidarias. La desconfianza crece en la población, mientras la crisis de nuestro sistema político puede facilitar una aventura que pudiera arrastrar nuestra sentida democracia.

 

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